lunes, 24 de enero de 2011

En las tablas del teatro universal de mi patria. Teloloapan y la insurgencia suriana


Roberto Ventura Pérez

¿En verdad estamos conmemorando 200 años de nuestra Independencia? ¿Tenemos 200 años de ser mexicanos como se nos ha dicho? Las anteriores interrogantes son algunas de las reflexiones que se hace el historiador Jesús Guzmán Urióstegui en las presentaciones que ha realizado en el estado de Guerrero y en la capital del país al comentar su reciente libro En las tablas del teatro universal de mi patria. Teloloapan y la insurgencia suriana 1810-1821, editado por el ayuntamiento municipal de Teloloapan.

El propósito del libelo de 287 páginas, es ofrecer un acercamiento descriptivo y explicativo, de la manera y forma en que se desarrolló la gesta independentista de 1810 a 1821 en las tierras del llamado Sur, en particular en Teloloapan. Uno de los bastiones fundamentales de la lucha insurgente.

Los dos primeros capítulos del libro los dedica a estudiar la insurgencia suriana, con José María Morelos y Vicente Guerrero al mando, para culminar con la Independencia en la región de Teloloapan. Adicionalmente, se incorporan tres anexos. El primero da a conocer una selección de documentos signados por insurgentes o realistas. El segundo presenta diversos testimonios documentales y bibliográficos del siglo XIX que retratan las negociaciones de paz entre Vicente Guerrero y los virreyes, incluyendo el Abrazo de Acatempa. En el último, se ofrecen varias de las creaciones literarias en verso que sobre el tema al que aludimos fueron publicadas en 1910 en el gustado Romancero de la Independencia, por la imprenta del periódico El Tiempo propiedad del guerrerense Victoriano Agüeros.

Es muy interesante la manera en que el autor reivindica la participación de General Vicente Guerrero en la lucha por la independencia de la nación mexicana, pues el esfuerzo de este imponente líder ha sido minimizado a lo largo de la historia, por su origen humilde y su pensamiento.

En entrevista, el autor señala “el libro versa sobre el papel del sur en la guerra de independencia, del papel de Teloloapan en la misma que fue fundamental; muy a tono con las conmemoraciones y lucha en mucho contra la manipulación. ¿Por qué? Desde las llamadas invitaciones que se hicieron Inicio de las fiestas del Bicentenario, 200 años de nuestra independencia, 200 años de ser orgullosamente mexicanos, ojo, el gobierno federal nos quiere vender esa idea, con una mala interpretación de nuestra historia. Eso es mentira. Porque nuestra Independencia tenemos que conmemorarla en el 2021. Y si nos vamos al reconocimiento de España, nos tenemos que entender hasta el 2036. Pero eso nos importa menos. Importa la alianza que nos generó como nación”.

Agrega el autor “¿por qué nos dicen 200 años de ser mexicanos? Me parece que Felipe Calderón no tiene nada que celebrar en su triste existencia y como presidente menos, por eso le acomoda muy bien decir: Yo fui el presidente que celebró los 200 años de nuestra Independencia, pero está partiendo obviamente de una mentira y una mentira flagrante que habría echársele en cara a cada momento. Es curioso, ningún gobierno estatal, ningún gobierno nacional ha tenido desde hace muchos años, el gusto de vencer en conmemoraciones y celebraciones de un evento a las que realizó ese tan difamado y vilipendiado Porfirio Díaz, él sí supo cómo hacer más fiestas del Centenario gloriosas, pero gloriosas en serio.”

El historiador e investigador de la UNAM señala: “El balance de las conmemoraciones oficiales en el estado de Guerrero en torno al Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución Mexicana, es lamentable. No le dieron la importancia que debiera tener como estado sede, como estado cuna de toda una gesta fundacional de la nación mexicana. Me queda claro que hay un desconocimiento, y cuando lo hay, no se puede integrar estos procesos de revalorización de los acontecimientos históricos. El nuevo texto coloca a las autoridades de Teloloapan como las únicas en todo el estado de Guerrero que se pusieron a trabajar en torno al Bicentenario. La afirmación deriva de que nos invitaron a formar parte de la Comisión del Bicentenario y Centenario de estas guerras a nivel estatal y aprecio que ahí no se hizo absolutamente nada, salvo presentaciones de cantantuchos que ya quisieran tener la mitad de la calidad de otros cantantes guerrerenses”.

De Vicente Guerrero se han dicho mil cosas, señala: “decían que era un rústico, yo lo pondría entre dicho, la mayor gloría que le dan a Guerrero es esa frase patriotera (porque se utiliza nada más en las ceremonias de fiestas patrias) La patria es primero, ¿y luego qué? ¿Qué más dijo? ¿Cuál es su valor? ¿Nada más porque se lo dijo a su padre? ¿Nada más porque el padre le dijo que dejara la lucha y entregara al gobierno español? Habría que darle mucho más mérito de los que se le han reconocido, para mí, junto con Lázaro Cárdenas, fue uno de los dos únicos presidentes de este país cuya base de gobierno ha sido el pueblo, no la aristocracia”.

Al respecto agrega: “Ahí están los testimonios, las pruebas de cuando Guerrero llegó a la Presidencia tenía un proyecto de gobierno bien definido. Eso no les gustó a muchos, entre ellos Lucas Alamán, lo que provocó que lo cercaran, lo cooptaran y lo fusilaran. Guerrero tiene una conciencia de clase diferente a la de Hidalgo y Morelos, porque él era de la negritud, él era mulato, era de los despreciados. Plantea que el poder ya no es para los criollos, ya no es para los leídos y escribidos, el poder es para todo el pueblo en la lucha insurgente. Tiene una capacidad de organización y coordinación esplendida, ataca el mismo día y a la misma hora: Ajuchitlán, Tlapa, Alcozauca, Chilpancingo, Acapulco, por lo que nace el mito de que Vicente Guerrero es un empautado, tiene pacto con el diablo, vuela. Los realistas se dan de topes porque no pueden derrotarlo”.

El autor explica: “En la negociación con Agustín de Iturbide, éste se quería chamaquear a Vicente Guerrero, ofreciéndole un acuerdo desventajoso. Guerrero le dice: sí como no, pero dejémonos de cuentos: o acepta usted la independencia o ya no volvemos a entablar comunicación. Y ahí es donde Iturbide se ve obligado a firmar el Plan de Iguala”.

¿Hubo abrazo o no hubo abrazo entre Guerrero e Iturbide? El escritor responde: “Yo creo que sí hubo abrazo, porque era el saludo de la época. Todo mundo cuando se veía se estrechaba en un abrazo, porque también es la forma de despedida. Iturbide mismo se lo dice reiteradamente a Guerrero: quiero saludarlo en un abrazo, quiero estrecharlo con un abrazo. Vicente Guerrero acepta en ese momento histórico pactar y dejar que se consolidara una nueva forma de gobierno, a pesar de que su pensamiento estaba conformado por ideas republicanas. Lo simbólico es que a partir de ahí se conjugaron los elementos y surge una nueva nación, con dos proyectos diferentes”.


Fuente: Periodico Pueblo Guerrero, 17 de enero de 2011.

Suplemento Vida y Sociedad, en El Faro de la Costa Chica, 07 de enero de 2011

viernes, 21 de enero de 2011

Sobre Guillermo Sánchez Nava

En las ediciones del 20, 21 23 y 25 de enero de 2011, LA JORNADA GUERRERO publicó la siguiente nota:
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Guillermo Sánchez Nava
Juan García Costilla
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Guillermo Sánchez Nava nació en la comunidad El Peral, municipio de Chilapa, desde muy joven se trasladó con sus padres a Chilpancingo y fincó su domicilio paterno en la colonia Obrera; en la capital realiza sus estudios de secundaria y bachillerato e inicia los superiores en la Facultad de Derecho de la UAG, mismos que abandona en la primera mitad de la década de los 70 por la persecución de la que fue objeto por parte de la Policía Judicial del Estado, la Dirección Federal de Seguridad y la Brigada Blanca.

Guillermo fue fundador en 1972 de la Unión Estudiantil Guerrerense (UEG), organización que logra destruir las viejas estructuras de la FEUG que anteriormente estaba controlada directamente por el PRI. En el mismo año, su participación política fue fundamental para que el doctor Rosalío Wences Reza llegara a la Rectoría impulsado por las fuerzas democráticas y progresistas de la Universidad. En este proceso de transformación se implementa el proyecto histórico Universidad–Pueblo que desarrolla vínculos entre la UAG y la sociedad guerrerense.
Recuerdo como si fuera ayer que el día de la toma de posesión de Rubén Figueroa Figueroa como gobernador en 1975, Sánchez Nava en un acto de arrojo sube un equipo de sonido a la azotea del edificio de la Rectoría, ubicada en ese tiempo en la calle Juárez número 14, con el fin de denunciar los atropellos que sufrían campesinos en la sierra de Guerrero durante el período de la guerra sucia, además de exigir la presentación con vida de varios universitarios, acto que le costó la persecución férrea por parte de la Brigada Blanca y quienes dirigían la Policía Judicial de ese tiempo.
Sam –como se le conoce afectuosamente– sufrió también la cárcel, costo que pagamos los jóvenes de ese tiempo que soñamos e intentamos tomar el cielo por asalto. Al triunfo de Wences Reza como rector, Guillermo fue golpeado por porros encabezados por el Policía Judicial Bernardo Cuenca. Fotos de estos hechos obran en los archivos de Extensión Universitaria. En la búsqueda y persecución de Sánchez Nava estuvieron Ulises Acosta Chaparro, Francisco Bravo, alias La Guitarra, Urbano Luna Hernández, Herminio Díaz Tumalán, los tres hermanos Tarín, Epifanio Hernández Vélez y el mismísimo Isidro Chiro Galeana.
Nuestro compañero estuvo en la sierra de Guerrero en esos años al frente de un grupo de estudiantes voluntarios que acudieron al corte de café en forma solidaria con las familias serranas para que éstas no perdieran sus cosechas al estar las plantaciones cercadas por la Policía y el Ejército, no permitiendo la actividad agrícola ni a ejidatarios ni a peones.
En los 70, la historia registra su participación en la fundación de las preparatorias de Tecoanapa y Tierra Colorada con los compañeros Catarino, Copio y Nacho Luna. En esos años participa en la fundación de la Organización de Estudiantes y Ex Estudiantes Mixtecos, poniéndose al frente de esos trabajos con el compañero Hilario Morales Ramírez, de la comunidad El Piñal, en el municipio de Ayutla de los Libres; esta organización se funda para hacerle frente a los caciques y acaparadores que lucran con los productos del campo, siendo su primer congreso en la comunidad de La Concordia los días 26, 27 y 28 de junio de 1977 con la participación de 29 comunidades que se propone combatir el analfabetismo y los impuestos que el Ayuntamiento de Ayutla cobraba por la venta y el tránsito de mercancías en los caminos y terracerías. Una de las demandas será la construcción de nuevas brechas y lograr la definición de una zona escolar indígena.
La Organización de Estudiantes y Ex Estudiantes Mixtecos (OEEM) fue una organización de estudiantes y profesores que se constituyen como una asociación civil de origen indígena ante la falta de liderazgos y gestores que pudieran recuperar las demandas de los habitantes de la zona mixteca, esta inquietud nació en el año de 1970, en el que se forman círculos de estudio y reflexión sobre su problemática y en 1976 se incorpora a este proyecto el estudiante universitario Hilario Morales Ramírez, quien en poco tiempo se convierte en coordinador y principal dirigente de esta organización, que realizó su primer congreso regional mixteco en la comunidad de la Concordia los días 26, 27 y 28 de junio de 1977, constituyéndose formalmente la OEEM el día 28 del mismo mes y año.
A este congreso constitutivo asistieron representaciones de 29 comunidades que plantearon como problemática, la falta de maestros bilingües en las comunidades, el problema del analfabetismo, el problema de los impuestos para los campesinos que transitaban con mercancía por los caminos y brechas que comunican a la cabecera municipal y el impuesto por la venta de productos en el mercado municipal, la gestión para la apertura de nuevas brechas que comuniquen con Ayutla, la creación de una zona escolar entre los acuerdos que se tomaron; se tomó el acuerdo de celebrar cada año un congreso regional mixteco, de esa forma fue como se celebró el congreso Aguacachahue en 1978, Coapinola en 1978, Ayutla de los Libres en 1981.
Una de las demandas más sentidas de los pueblos mixtecos ha sido el Impuesto o Tributo que hasta 1978, el ayuntamiento ha cobrado a los campesinos que transitaban con sus mercancías por brechas y caminos que conducen de las comunidades a la cabecera municipal, no había libertad de tránsito sin haber antes pagado la cuota correspondiente so pena de ser encarcelado en la cárcel municipal, las garitas de cobro se instalaban en Tepuente, en la Pileta, los caminos de Chacalapa, de Cruz Alta, policías e inspectores cobraban los impuestos al igual que se hacía en el mercado municipal.
La dirección de la OEEM se planteó buscar solución a esta demanda de las comunidades indígenas, la oportunidad se presentó en enero de 1978, en la toma de posesión del señor Leonardo Vázquez como presidente municipal donde rompiendo el protocolo se plantea en la tribuna el pliego de demandas de las comunidades, que el presidente municipal no quiso recibir, ésta fue de las primeras acciones trascendentales de la organización, a partir de ese momento se suprimieron los impuestos de los caminos, dejando solamente los impuestos que se cobraban en el mercado.
A partir de ese momento se intensificó las visitas de la organización a las comunidades, donde se vivía un ambiente de hostigamiento por los caciques para con los líderes indígenas, que se sorprendían con los alcances de la nueva organización, y se filtraba la información de que serían eliminados los dirigentes comunitarios y los comisarios simpatizantes de la OEEM.
Una de las acciones que emprende Hilario Morales Ramírez con el apoyo de su organización fue la gestión y la organización de brigadas de alfabetización, del programa de educación popular de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG), en el marco del proyecto Universidad. Pueblo que apoyó a las comunidades con la formación y capacitación de alfabetizadotes de la región donde se capacitó a los secretarios de las comisarías y a egresados de nivel secundaria, la UAG donó a las comunidades indígenas butacas, pizarrones, lámparas de gasolina, entre otros implementos para los círculos de estudio.
A iniciativa del profesor Benito Narciso Morales, subcoordinador de la OEEM y como respuesta a los reclamos de las comunidades en los congresos mixtecos se inicia una lucha por dotar a las comunidades de profesores bilingües para que los niños mixtecos aprendan en su misma lengua, ya que los profesores monolingües sólo se encargaban de castellanizar la enseñanza y los niños no pasaban de tercer año de primaria dado que era el grado máximo en la zona mixteca y quienes quería concluir su educación primaria debían de hacerlo en la cabecera municipal, en Ayutla no existía zona escolar bilingüe, la primera escuela bilingüe fue en Rancho Coapa fundada en junio de 1983, pero dependía de la zona de Igualapa y Tierra Colorada.
El 21 de mayo de 1981 es asesinado en Rancho Coapa el coordinador de la OEEM, Hilario Morales Ramírez, víctima del contubernio de los caciques de Coapinola y la Concordia que se confabulaban con los explotadores de los bosques de la forestal Vicente Guerrero y veían en Hilario un rival que se oponía a la explotación inmoderada de los bosques, existía ya una amenaza de muerte de los hermanos Juan y Pedro Álvarez, quienes eran los caciques y acaparadores de Coapinola; Pedro era el comisario de bienes comunales y Juan Álvarez el secretario de la comunidad y comisario mayor.
Después del asesinato de Hilario Morales se desata una cadena de crímenes de dirigentes indígenas que se mantenían en movimiento contra la tala inmoderada de los bosques, presumiéndose la responsabilidad del grupo de caciques tenía su antecedente en 1970, año en que Juan Álvarez asume el poder comunal, secundado por Pedro Luisa, quien fue comisario de bienes comunales de 1982 a 1998 y se oponía a cederlo, apoyado por un grupo de bandoleros que tenían asolada la región e intimidados a los ancianos mixtecos.
Ante estos acontecimientos, los miembros de la OEEM extreman sus precauciones al recorrer la zona mixteca, se suspenden las visitas a las comunidades con aviso anticipado, se llega a las comunidades de manera esporádica, caminando por las veredas en las noches, y algunos de sus principales dirigentes pasan a la vida clandestina, como es el caso del profesor Benito Narciso Morales, esta situación trae consigo la suspensión de la vida orgánica de la Organización de Estudiantes y Ex Estudiantes Mixtecos.
En su militancia revolucionaria, Sam fue simpatizante del Partido de los Pobres (PDLP) y de las Fuerzas Armadas para la Liberación (FAL), realizando tareas de propaganda y de apoyo logístico, esto durante la década de 1970.
Sánchez Nava es un hombre con fuertes vínculos con el sector campesino y el movimiento agrario, al asesorar a campesinos de Petaquillas, Amojileca y al Municipio de Apango con el compañero Lencho Dircio, hablante de náhuatl; en la Costa Chica estuvo presente en la recuperación de tierras en el campamento Tierra ó Muerte del Capulín y San Juan El Reparo; en Marquelia en el campamento Enrique Rodríguez con el compañero Martín Romero, Romero, compañero cívico recientemente asesinado.
Amitad de los 80, Sam estuvo en Nicaragua invitado a un evento convocado por los movimientos urbano populares del mundo, estuvo en Alemania en un congreso de estudiantes, fue solidario con los compañeros exiliados en Cuba; en 1986 viajamos a París a solidarizarnos con los exiliados latinoamericanos. La vida política y militante de Sam es amplia: fue miembro activista del Frente Nacional Contra la Represión y del Comité Nacional para la Defensa de Presos Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados por Motivos Políticos (EUREKA); se fue a realizar trabajo político a Zitlala, Olinalá y Chilapa, con compañeros como Bernardina Zozocoteco, fundando las prepas de Huamuxtitán y Cualac y recorriendo Alcozauca y la Montaña Roja, sueño del maestro Othón Salazar Ramírez, participó en movimientos con compañeros cívicos: con Pedro Chula en Cacahuatepec, con Martín Aceves en Iguala, con Raúl Valente Catalán en Chichihualco.
Entre 1979 y 1980, participó en la organización del Consejo General de Colonias Populares de Acapulco (CGCPA), creado a iniciativa de los colonos que se organizaban para la resistencia al desalojo del anfiteatro de Acapulco, acto que se proponía realizar el entonces gobernador Rubén Figueroa Figueroa, “que argumentaba” que los asentamientos irregulares eran los causantes de la contaminación del puerto.
El Gobierno del estado se proponía desalojar a 125 mil familias y reubicarlas en Ciudad Renacimiento, los colonos organizaron la resistencia activa, defendiendo su derecho sobre la posesión y la tenencia de la tierra, situación que se logró con el apoyo de la Universidad Autónoma de Guerrero que le proporcionó apoyo técnico además de legal. En el movimiento social de la defensa de la tierra, Sam destacó en la organización de 16 mil familias pertenecientes al CGCPA que lograron permanecer en el anfiteatro acapulqueño, poniendo un alto al desalojo al firmarse en julio de 1981 un convenio entre el CGCPA y el gobierno del estado, en el cual se fijó el compromiso de no promover nuevos asentamientos humanos y el gobierno se comprometió a no ejercer ninguna acción de intimidación ni el uso de la fuerza pública.
Estas luchas no fueron fáciles, el movimiento urbano popular trascendió las fronteras del estado y del país, contando con el apoyo y respaldo de amplios sectores sociales y gremiales. Apoyaron la UAG, la UNAM y la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), las que de forma responsable crearon un proyecto alternativo de urbanización y autourbanizaciones.
Los grandes capitales nacionales y extranjeros se quedaron con las ganas de despojar a los colonos “e incorporar al anfiteatro acapulqueño al espacio del turismo internacional”, quienes por medio de la presión de la banca privada y los grandes contratistas de obra presionaron al gobierno del estado para que les cediera estas grandes extensiones de terreno con una vista hermosa hacia la Bahía de Santa Lucía.
En 1983, Sam con miles de universitarios participó en la defensa de los colonos del Campamento 13 de Junio, ubicado en el Cerro del Tanque; participó también con los ejidatarios de La Zanja, Copacabana y demás ejidos expropiados que hoy forman parte de Punta Diamante.
En muchas, muchas batallas, estuvo y estará Sam: con los choferes despedidos de la Flecha Roja, en el Movimiento postelectoral de 1988, en la lucha contra el bloqueo a Cuba, apoyando la ofensiva final del Frente Sandinista de Liberación Nacional, respaldando la revolución salvadoreña y al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, como voluntario en la Cruzada Nacional de Alfabetización en Nicaragua, dentro del programa de reconstrucción nacional.

Sánchez Nava tiene historia y arraigo dentro de la izquierda mexicana, participó activamente a partir de 1981 en la reorganización de la Asociación Cívica Guerrerense (ACG) y en 1983 en la refundación de la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR). La vertiente cívica enraizó en el pueblo, con principios como la construcción de una nueva sociedad donde prevalezca la justicia, la democracia, la igualdad y la libertad.
El movimiento estudiantil en la UAG en el período de 1972 a 1984, fue prolífico en la formación de cuadros dirigentes que participan en las causas democráticas en Guerrero, líderes que se formaron en la Universidad Pueblo con Rosalío Wences Reza, quien llevó la formación universitaria a todos los rincones del estado.
En 1981, Sam fue uno de los principales de la Asociación Cívica Guerrerense en un proceso unitario en el que concluyeron diversas organizaciones sociales y revolucionarias, pero posteriormente resurge la ACNR en los días 29, 30 y 31 de enero de 1983 en Iguala, como una organización de masas de carácter político revolucionario, con una vocación internacionalista y solidaria con los movimientos sociales y de liberación que se gestaban en todo el mundo, además de la organización de la Coordinadora Revolucionaria Nacional. Participamos con Sam en el Congreso de La Laguna en marzo de 1986 cuando se lleva a cabo el primer congreso de la ACNR, donde se acuerda la primera participación electoral que tendríamos en Guerrero, coaligados con el PSUM, PMT y PRT, fundando la Unidad Popular Guerrerense, que lleva como candidato a gobernador al Dr. Pablo Sandoval Cruz.
En 1988, apoyamos primeramente a doña Rosario Ibarra de Piedra como candidata del Partido Revolucionario de los Trabajadores a la presidencia de la República; posteriormente nos incorporamos al Frente Democrático Nacional que impulsaba a Cuauhtémoc Cárdenas a la primera representación nacional; en 1989 como acuerdo del segundo congreso de la ACNR celebrado en la ciudad de Querétaro, nos incorporamos como corriente cívica al Partido de la Revolución Democrática, que se formaba como resultado de la inconformidad que causara el fraude de 1988.
Guillermo es referente histórico de la izquierda mexicana, que se ha preocupado por luchar por el respeto a los derechos humanos, la organización del partido, la formación de los comités de base, es producto genuino del sacrificio y el espíritu de servicio, la lealtad y la perseverancia, cualidades que lo han llevado a ser diputado Local, federal y dirigente estatal del PRD; es un estratega político, hombre generoso, solidario y orador implacable, que ha dedicado toda su vida a luchar por un mundo mejor.
“Aquí estamos Sam, cuidando tu trinchera hasta tu regreso, tenemos todavía muchas batallas por compartir y muchas victorias por conquistar”. Ya vivimos la historia, ahora el reto es escribirla.
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jueves, 20 de enero de 2011

Sobre Juan Andreu Almazán

La vida cotidiana en vísperas de las elecciones de 1940
Carlos Silva Cázares
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Para julio de 1940, los ánimos políticos del país se encontraban muy caldeados. Y no era para menos, desde dos años antes los mexicanos habían ido asimilando en su lenguaje cotidiano el término de “futurismo”. Así pues, cuando los ciudadanos de un México nacionalista y ranchero arribaron al séptimo día del séptimo mes de 1940 se toparon con la oportunidad de escoger, a quien los gobernaría por los próximos seis años.
En un escandaloso fraude electoral, Ávila Camacho obtuvo la presidencia en 1940
Sin embargo, y como se decía en aquel tiempo: “antes de que naciera el niño se pusieron a hablar mal de los progenitores”. Demasiado tiempo de rispidez política confundió a los electores, que de plano, no atinaban en sus preferencias por Juan Andreu Almazán o por Ávila Camacho.


Por su parte los candidatos hacían su luchita para llegar al corazón del pueblo. Discursos, desplegados, mensajes radiofónicos. Todo era válido en la guerra electoral. La publicidad también se dio vuelo. Todo lo político permeaba el ambiente: “Viva Nicodemus Malacara, candidato del Partido Político Gacho. ¿Dónde está mi candidato? ¿Fue a tomarse una cerveza? ¿fue a platicar con Moisés? ¡No! Se está curando el catarro con ungüento 666”.
Pero la gente del pueblo terminó por hartarse y su interés fue decreciendo. Buena parte de los capitalinos se abstenían de salir de su casa. Se conformaban con permanecer en su hogar escuchando las estaciones XEW y XEB, que ofrecían una programación muy variada y para todos los gustos.
Por las ondas radiofónicas se dejaban oír la música de Mozart y Bach hasta las interpretaciones vernáculas de Miguel Aceves Mejía y Tito Guízar. Los que ya tenían un lugar en el gusto del público eran Agustín Lara, Pedro Vargas y Juan Arvizu, “el tenor de la voz de Seda”, no así el sinaloense Pedro Infante, quien sólo aparecía interpretando su violín.
La radio pronto volvió a la gente esclavos del consumismo. Las noticias y los anuncios trasmitidos apresuraron a los oyentes a poseer los productos promocionados y a ser parte de la modernidad. Por ese medio se enteraban de la visita a México de la estrella de cine Errol Flynn, que los insectos podían ser aniquilados con insecticida líquido PEMEX, “el que de veras mata”, de las nuevas estufas de hierro y latón niquelado que en su estribillo cantaban: “Olvídese de la leña y el carbón, del humo y el mal olor, las estufas Demon, con petróleo y tractolina, que notición”.
 
Los de espíritu valiente que salían de su morada, se arriesgaban involuntariamente de ser parte de una manifestación obrera o tranviaria en apoyo a alguno de los candidatos. Pero esto no le arredraba su ánimo. Superado el tumulto continuaban su marcha diligente hasta el Palacio de Bellas Artes para disfrutar de una interpretación de Julián Carrillo. Los menos selectos iban al lírico a carcajearse con las ocurrencias de la compañía del Panzón Soto, que por ese tiempo presentaba “El panzón se hizo rico”, dedicada a la “liga antialcohólica” y aludiendo los temas políticos de la actualidad. Algunos otros, sobre todo las damas, consumían el tiempo, caminando por las calles del centro, contemplando aparadores para cazar alguna rebaja de ropa. Faldas de 3.75 y blusas de seda o lino de 5.75 eran su deleite.
El domingo 7 de julio se realizaron las elecciones y el país se convirtió en un campo de batalla. Desde las primeras horas de ese día lluvioso, almazanistas y avilacamachistas se disputaron la posesión de las casillas a punta de metralla. Fue tal el caos que ni siquiera el presidente Cárdenas pudo ejercer su voto. “Ríndanse hijos de la chingada que ya llegó huevos de oro”, era el grito de guerra de los contingentes oficiales, al apoderarse de las casillas y urnas de los contrarios. Al final de la función electoral, de “inusitado ardimiento”, muchos muertos y heridos; un notorio fraude y el triunfo del candidato Manuel Avila Camacho.
Después de todo, de la “democracia truncada” fue un día de fiesta en el país. Las mujeres, limitadas para ejercer el voto, salieron a las calles para alentar a sus hombres, Se adornaron el pelo con un listón de color, distintivo de su candidato y al grito de “échenme ese gato” dieron el apoyo folklórico y desinhibido que la prohibición de venta y consumo de alcohol les negaba a sus compañeros. De ese modo, a base de balas, macanazos, y “autóctonos bombazos fabricados en botellas tequileras” el país daba sus primeros pasos hacia la modernidad.
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Secuestro de Rubén Figueroa, 1974

Un secuestro escandaloso: Rubén Figueroa

Carlos Silva Cázares
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Cuentan que don Rubén gustaba de asistir con frecuencia a los “desayunos políticos” en el hotel Diplomático. Acostumbraba hacer entradas espectaculares. A su llegada, con por lo menos de una decena de acompañantes, desde los elevadores, vociferaba en busca de los “miaderos”.
Durante el desayuno, regularmente acompañado por Tomás Aguirre, dueño del hotel, Rubén Figueroa disfrutaba de contar anécdotas, sobre todo del momento en que fue secuestrado por Lucio Cabañas en 1974. “¿Secuestro, cual secuestro?, no hubo tal” -comentaba, entre cucharada y cucharada de la calabaza con leche que gustaba desayunar. “Eso del secuestro -continuaba- nosotros lo inventamos. La verdad es que como andaba en campaña para la gubernatura del estado, me fui a Houston para bajar de peso y entrar en buena forma”.
Cierto o no, las versiones oficiales señalan que el último día de mayo de 1974, Rubén Figueroa, candidato del PRI al gobierno de Guerrero, y varios colaboradores se internaron en la serranía para reunirse con Lucio Cabañas. Después de un vuelo y de un recorrido por caminos de terracería y brechas a bordo de una combi roja con moños, tal cual lo había exigido el propio guerrillero, la comitiva se fue internando en la sierra hasta el encuentro de la primera señal. Un hombre con una rama verde en la mano, sería quien los guiaría al encuentro. Sabás o Sixto Huerta, “hombre de las confianzas del profesor Cabañas”, se encargó de conducir a Figueroa y demás acompañantes hasta donde Lucio los encontraría.

El último grupo de guerrilleros con que se toparon, armados todos con M-2 y rifles Falk, se encargaron de despojar a la comitiva de sus armas, de ese modo –recordaba Figueroa- “recibí la primera comprobación de que yo estaba secuestrado”. Las primeras palabras de Lucio para Figueroa fueron de justificación: “Señor senador, venía muy preocupado porque por radio me estaban informando que usted estaba impaciente. Pero qué hacer. Tengo tres días y tres noches caminando para esta cita. No pude más que acelerar el paso y aquí me tiene a sus órdenes”.

La angustia de su encuentro comenzó a evidenciarse pues la oscuridad de la selva les impedía verse el rostro. Entonces Lucio tomó la iniciativa. Con una lámpara eléctrica, ilumino la cara de Figueroa, quien al sentirse “lampareado”, arrebató una linterna a uno de los guerrilleros y ejecutó la misma acción. El momento terminó con un apretón de manos.
Las pláticas de pacificación, como le llamaba Figueroa al encuentro con Cabañas, se fueron realizando al paso de los días. Siempre caminando de un lado a otro sin permanecer en una posición fija. Se alimentaban de carne de res, tortillas y caldo o algunas otras veces de venado. Figueroa recuerda que al encuentro con el guerrillero portaba veinte mil pesos, los cuales fue entregando poco a poco para la compra de comestibles.
Las discusiones entre Figueroa, Cabañas y algunos otros miembros del grupo guerrillero giraban, principalmente en torno al retiro de las tropas militares del estado de Guerrero y a la liberación de los presos políticos de las distintas cárceles del país. Sin embargo, nunca se logró acuerdo alguno. Y mucho menos, cuando el propio Figueroa confirmó, al paso de los días, que se encontraba secuestrado.
El propio candidato, recuerda, que Cabañas negó que sus intenciones fueran las de secuestrarlo. Sin embargo, concluye: “la situación se le fue de las manos, sobre todo cuando comenzó a presionar sin ver que podría obtener algo, en cosas que no estaban en mis manos resolver”. Al verse sin salida, Figueroa comenzó, entonces, a negociar la salida de sus acompañantes, a cambio de su propia vida: “dame la opción de morirme, fusílame. No creas que tengo miedo a la muerte”.
Cabañas hizo caso omiso de la petición de Figueroa, incluso cuando le propuso, como última salida, que llevara a la institucionalización sus políticas e ideologías, a través del Partido de los Pobres, que el propio Lucio encabezaba. Ante la negativa rotunda del jefe guerrillero, y al paso de las semanas, el encuentro que comenzó como una salida a la crisis social y política comenzó a descomponerse. Incluso el propio Figueroa intentó en dos ocasiones fugarse en busca de ayuda.

Para los primeros días de septiembre, casi tres meses después de que Figueroa se internó en la sierra para encontrarse con Cabañas, el gobierno comenzó buscar formalmente al senador. Aeroplanos del ejército mexicano sobrevolaban la zona, hasta que el día 8 se escuchó el estruendo de un bazucazo. El contingente que avanzaba, guerrilleros y prisioneros, conformado por aproximadamente 48 personas, se disolvió ocultándose tras piedras y matorrales. Los rebeldes contestaron con disparos aislados de metralletas.

Ante la confusión, Figueroa recuerda, que escuchaba gritos desesperados, alertando a Sabás, para que los liquidara. Los gritos de auxilio fueron escuchados por un grupo de soldados del ejército federal. En su camino encontraron a Sabás, apunto de matar a la señora Brito, quien trataba de convencer al guerrillero que no la asesinaran que ella era una prisionera. Sabás fue muerto de un balazo en el cuello y Figueroa y demás acompañantes fueron rescatados por el ejército. En su trayecto hacia el campamento don Rubén gritaba: “Viva Luis Echeverría, gusanos hijos de la chingada” y, desesperado, exigía un arma para batir a los enemigos.
El rescate de Figueroa se consumó la tarde del 8 de septiembre de 1974. Desde ese punto, el presidente Echeverría y el Secretario de la Defensa, Hermenegildo Cuenca Díaz (Pinochet-Cuenca o la bestia verde como le llamaban los guerrilleros), fueron avisados del éxito de la operación. Sin embargo, la guerrilla no fue liquidada con el rescate, aunque quedó herida de muerte. Para los últimos días de noviembre de ese año, a través uno de los últimos partes de Lucio Cabañas, el guerrillero invitaba a la gente del estado a no votar por Figueroa en las elecciones que se realizarían el primero de diciembre, reseñando en él, “10 acciones que se juzgan victoriosas”. Pero el resultado fue otro. Rubén Figueroa ganó en los comicios y unos días después se dio a conocer la noticia de la muerte del guerrillero.
Siete años duró la guerrilla en la Sierra guerrerense y no bastaron ni quince minutos ni tres meses de secuestro a Rubén Figueroa para solucionarla. En los desayunos “políticos del Diplomático”, Figueroa confesaba que mucho tiempo después de la muerte de Cabañas, seguía entregando una cantidad económica a la madre de Lucio y a su hermano para su manutención.
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